En los países occidentales aproximadamente un 30% de todos los cánceres están producidos por una dieta incorrecta. Así, la dieta aparece como la segunda causa de cáncer prevenible, siendo la primera el tabaco. Existen distintos tipos de cáncer relacionados con la alimentación: mama, endometrio, próstata, vejiga, páncreas, hígado, boca, esófago, estómago e intestino.
El sobrepeso y la obesidad aumentan significativamente el riesgo de padecer cáncer. Por eso, es importante prevenir dichas enfermedades con una dieta sana, equilibrada y adaptada a nuestras necesidades energéticas.
La dieta es también fundamental en un paciente que esta en tratamiento de cáncer, ya que el propio tumor y la agresividad de los tratamientos hacen que la dieta deba modificarse para poder complacer al paciente y aportarle la energía y nutrientes necesarios para su recuperación y la mejora de su calidad de vida.
La hipercolesterolemia es una elevación del colesterol plasmático por encima de 200 mg/dl. Este aumento conlleva un mayor riesgo de arteriosclerosis y enfermedades cardiovasculares, por lo que su control es imprescindible para mantener una buena salud. Una dieta adecuada que propicie la elevación del HDL-colesterol y el descenso del LDL-colesterol, junto con la práctica de ejercicio físico son los pilares para mantener “a raya” el colesterol.
La hipertrigliceridemia es una elevación de los triglicéridos en plasma por encima de 200 mg/dl. Los triglicéridos son un tipo de grasa que el organismo almacena a partir de una ingesta de energía sobrante. Una elvación de triglicéridos puede producir enfermedades cardiovasculares, por lo que será necesaria una dieta específica para corregir estos valores.
La hipertensión arterial se produce cuando, de manera sostenida, la presión sanguínea se eleva por encima de 16 mmHg, en el caso de la presión sistólica, y de 9mmHg, en el caso de la diastólica.
La hipertensión puede originar enfermedades cardiovasculares graves, por lo que su detección precoz y tratamiento son fundamentales. La hipertensión requiere el seguimiento de una dieta especial, que en algunos casos logrará normalizar la presión arterial y en otros será un complemento importantísimo a la medicación, consiguiendo en muchas ocasiones la reducción en las dosis de fármacos.
La diabetes es una enfermedad crónica muy frecuente en nuestra sociedad. En esta enfermedad el páncreas no puede producir insulina (diabetes tipo I ), o los tejidos no son capaces de de utilizarla (algunos casos de diabetes tipo II). Este transtorno produce que la glucosa en sangre, medida en ayunas, se eleve por encima de 120 mg/dl.
Este aumento de glucosa puede dañar nuestro sistema cardiovascular, riñones, retina, y otras estructuras si no se controla adecuadamente. Por ello es fundamental la educación diabetológica, el seguimiento de una dieta correcta y el ejercicio físico.
La alimentación de las personas diabéticas debe estar adaptada a su pauta de medicación (si la hay), así como a sus características personales y sus hábitos de vida. La dieta es el pilar fundamental del tratamiento de esta enfermedad y del mantenimiento de la calidad de vida de la persona.
Las alteraciones del aparato digestivo se manifiestan mediante una gran variedad de síntomas, tales como: acidez, dolor, gases, pesadez, indigestión, vómitos, diarrea, estreñimiento, etc.
Estos síntomas pueden provocar que el paciente tenga miedo a comer o lo haga en escasa cantidad, lo que puede provocar una malnutrición por baja ingesta o por problemas de absorción. En estos casos, una dieta específica para la patología del paciente resolverá o ayudará a minimizar los síntomas, favorecerá la curación de la enfermedad y evitará la malnutrición.
La dietoterápia resulta muy útil en procesos patológicos de la cavidad bucal, faringe, esófago, estómago, vesícula y vías biliares, hígado, páncreas e intestino.
La osteoporosis es una pérdida de masa ósea, en la que el hueso se vuelve poroso y frágil, y aumenta el riesgo de fracturas.
En España hay mas de 3,5 millones de personas que padecen osteoporosis, en su mayoría mujeres, y una de cada tres personas mayores de 65 años la padece.
Existen múltiples factores que promueven esta enfermedad, entre ellos: raza blanca, sexo femenino, edad avanzada, tabaquismo, alcoholismo, delgadez, ciertos fármacos y enfermedades, factores ambientales y hábitos dietéticos.
Aprender desde la juventud a llevar una alimentación y hábitos de vida adecuados ayuda a prevenir o enlentecer la aparición de esta frecuente enfermedad. Asimismo, cuando la enfermedad está presente, una dieta rica en calcio y vitamina D es imprescindible para mejorar la evolución de la patología y prevenir fracturas.
La hiperuricemia es una elevación del ácido úrico sanguíneo por encima de de 7.5 mg/dl en los hombres y de 7 mg/dl en las mujeres. El origen del ácido úrico puede estar en la dieta o en la propia producción de nuestro organismo.
La hiperuricemia puede derivar en gota. La gota es una enfermedad que produce depósitos de uratos (sales de ácido úrico) en las articulaciones, estos depósitos producen un dolor agudo e intenso que llamamos ataque de gota. Normalmente el dolor se localiza en el dedo gordo del pie, pero también puede afectar a otros puntos tales como codos, tobillos, hombros, etc.
La reducción en la dieta de alimentos ricos en purinas y unas adecuadas pautas nutricionales ayudan a controlar la hiperuricemia y los depósitos de uratos en el caso de la gota.
La formación de cálculos puede dar lugar al paso de estos a través de las vías urinarias, lo cual generalmente produce un dolor muy intenso conocido como cólico nefrítico o cólico renal. Existen diversos motivos por los que se forman cálculos, entre los cuales parece existir predisposición en ciertas personas.
La dietoterapia, en estos casos, está encaminada a prevenir la formación de cálculos mediante la modificación de las condiciones del medio urinario, lo cual requerirá un tipo de dieta diferente según la composición del cálculo.